EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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16. Prefacio. Los malos espíritus sólo van adonde pueden satisfacer su perversidad; para alejarlos no basta pedirlo ni menos mandarlo; es preciso abandonar aquello que les atrae. Los malos espíritus olfatean las llagas del alma, como las moscas olfatean las del cuerpo; de la misma manera que las limpiáis del cuerpo por la inmundicia, limpiad también el alma de sus impurezas para evitar los espíritus malos. Como nosotros vivimos en un mundo en que pululan los malos espíritus, las buenas cualidades del corazón no siempre nos ponen al abrigo de sus tentativas, pero dan fuerza para resistirles.