EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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17. El Espiritismo produce aún, bajo este concepto, otro resultado también muy positivo y quizá más concluyente. Nos presenta a los mismos suicidas que vienen a decirnos su desgraciada posición, y a probarnos que nadie viola impunemente la ley de Dios que prohibe al hombre el abreviar su vida. Entre los suicidas los hay cuyos sufrimientos, aunque temporales y no eternos, no son menos terribles, y de tal naturaleza, que hacen reflexionar a cualquiera que intentara irse de la tierra antes que Dios lo disponga. El Espiritismo neutraliza, pues, el pensamiento del suicida, por muchos motivos; por la "certeza" de una vida futura en la que "sabe" que será tanto más feliz cuanto más desgraciado y más resignado haya sido en la tierra por la "certeza" de que abreviando su vida justamente obtiene un resultado enteramente diferente del que esperaba; que ha salido de un mal, para caer en otro peor, más largo y más terrible; que se engaña si se cree que matándose irá más pronto al Cielo; que el suicidio es un obstáculo para reunirse en el otro mundo con los seres de su afecto a quienes esperaba encontrar allí; de donde se sigue la consecuencia de que el suicidio, no prometiendo otra cosa que desengaños, es contra sus propios intereses. Así es que el número de los suicidios evitados por el Espiritismo, es considerable, y se puede asegurar que cuando todos los hombres sean espiritistas no habrá suicidas conscientes. Comparando, pues, los resultados de las doctrinas materialista y espiritista bajo el solo punto de vista del suicídio, hallaremos que la lógica de la una conduce a él, mientras que la lógica de la otra lo evita; lo que es confirmado por la experiencia.