EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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16. La incredulidad, la simple duda acerca del porvenir, las ideas materialistas, en una palabra, son los más grandes excitantes para el suicidio: engendran la "cobardia moral". Y cuando se ven hombres de ciencia apoyarse en la autoridad de su saber para esforzarse en probar a sus oyentes o a sus lectores que nada tienen que esperar después de la muerte, ¿no equivale a conducirles a esta consecuencia, es a saber: que si son desgraciados, nada pueden hacer mejor que matarse? ¿Qué podrían decirles que les desviara de esa idea? ¿Qué compensación pueden ofrecerles? ¿Qué esperanza pueden darles? Nada absolutamente, sino la nada. De donde se sigue, que si la nada es el solo remedio heroico, la sola perspectiva, más vale caer en ella en seguida que más tarde y sufrir de este modo menos tiempo. La propagación de las ideas materialistas es, pues, el veneno que inocula en un gran numero el pensamiento del suicidio, y aquellos que se proclaman sus apóstoles, asumen una grande responsabilidad. No siendo permitida la duda con el Espiritismo, el aspecto de la vida cambia, el creyente sabe que la vida se prolonga indefinidamente más allá de la tumba, pero en diferentes condiciones; de aquí nace la paciencia y la resignación, que naturalmente desvían el pensamiento del suicidio; en una palabra, de aquí viene el "valor moral".