EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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VII. La preocupación constante del filósofo (tal como la comprendía Sócrates y Platón), es la de tener muchísimo cuidado con el alma, menos por esta vida, que sólo dura un instante, que por la eternidad. Si el alma es inmortal, ¿no es acaso más prudente el vivir para alcanzar la eternidad? El Cristianismo y el Espiritismo enseñan esto mismo.