EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

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4. Como se veía una lucha incesante entre el bien y el mal, y que éste dominaba a menudo; como, por otra parte, no se podía admitir racionalmente que el fuese obra de una potencia benéfica, se dedujo de esto la existencia de dos potencias rivales que gobernaban el mundo. De ahí nació la doctrina de los dos principios, el del mal y el del bien. Doctrina lógica para esa época, porque el hombre era todavía incapaz de concebir otra y de penetrar la esencia del Ser Supremo. ¿Cómo podía comprender que el mal no es más que un estado momentáneo de donde puede salir el bien, y que los males que le afligen deben conducirle a la dicha auxiliando su adelanto? Los límites de su horizonte moral nada le permitían ver fuera de la vida presente. No podía comprender ni que hubiera progresado, ni que progresaría individualmente. Y aún menos que las vicisitudes de la vida fuesen resultado de la imperfección del ser espiritual que está en él, que preexiste y sobrevive al cuerpo, y que se depura en una serie de existencias, hasta que haya alcanzado la perfección. Para comprender el bien que puede salir del mal, no debe mirarse una sola existencia. Es preciso abrazar el conjunto, sólo entonces aparecen las verdaderas causas y sus efectos.