¿Que és el Espiritismo?

Allan Kardec

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71. La obsesión presenta tres grados bien caracterizados: la obsesión simple, la fascinación y la subyugación. En la primera, el médium tiene conciencia perfecta de que no obtiene nada bueno; no se hace ilusión alguna sobre la naturaleza del Espíritu que se obstina en manifestársele y de quién desea deshacerse. Este caso no ofrece ninguna gravedad: es un sencillo contratiempo y el médium queda libre cesando de escribir momentáneamente. El Espíritu, cansado de que no se le oiga, acaba por retirarse. La fascinación obsesional es mucho más grave, porque el médium está completamente fascinado. El Espíritu que le domina se apodera de su confianza hasta paralizar su propio juicio respecto de las comunicaciones, y hasta hacerle encontrar sublime lo más absurdo. El carácter distintivo de este género de obsesión es el de provocar en el médium una excesiva susceptibilidad, haciéndole que no encuentre bueno, justo y verdadero, más que lo que él escribe, y rechazar, hasta tomar con desagrado, todo consejo u observación crítica. Le induce también a malquistarse con sus amigos antes de convenir en que es engañado, a concebir celos de los otros médiums, cuyas comunicaciones son juzgadas mejores que las suyas, a querer imponerse en las reuniones espiritistas, de las que se aleja cuando no puede dominar. Llega en fin a sufrir una dominación tal, que el Espíritu puede arrastrarle a las más ridículas y comprometedoras determinaciones.