Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

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Nota – Esta comunicación y la siguiente han sido obtenidas por el Sr. F..., el mismo de quien hemos hablado en nuestro número de octubre, acerca de los Obsesados y subyugados; se puede juzgar por esto la diferencia que existe entre la naturaleza de sus comunicaciones actuales y las anteriores. Su voluntad ha triunfado completamente de la obsesión de la cual él era objeto, y su Espíritu malo no ha reaparecido. Estas dos disertaciones le han sido dictadas por Bernard Palissy.


Las flores han sido creadas en los mundos como símbolos de la belleza, de la pureza y de la esperanza.


¿Cómo el hombre que ve las corolas entreabrirse todas las primaveras y las flores marchitarse para dar frutos deliciosos, cómo no piensa que su existencia también se transformará, pero para dar frutos eternos? Por lo tanto, ¿qué os importa las tempestades y los torrentes? Estas flores nunca perecerán, como no perece la más frágil obra del Creador. Coraje, pues, hombres que caéis en el camino: levantaos como el lirio después de la tormenta, más puros y más radiantes. Como las flores, los vientos os sacuden a diestro y siniestro, os voltean, sois arrastrados en el barro, pero cuando el sol reaparece, también levantáis vuestras cabezas más nobles y más altas.


Por lo tanto, amad a las flores; éstas son el emblema de vuestra vida, y no os sonrojéis por ser comparados a ellas. Tenedlas en vuestros jardines, en vuestras casas, incluso en vuestros templos, ya que quedan bien en todas partes; en todos los lugares las flores llevan a la poesía; elevan el alma del que sabe comprenderlas. ¿No ha sido en las flores que Dios ha mostrado todas sus magnificencias? ¿De dónde conoceríais los colores suaves con los que el Creador ha alegrado la naturaleza si no existiesen las flores? Antes que el hombre hubiera excavado las entrañas de la Tierra para encontrar el rubí y el topacio, tenía a las flores delante de sí, y esta infinita variedad de matices ya lo consolaba de la monotonía de la superficie terrestre. Por lo tanto, amad a las flores: seréis más puros, más afectuosos, tal vez más niños, pero seréis los hijos queridos de Dios, y vuestras almas simples y sin mancha serán accesibles a todo su amor, a toda la alegría con la cual Él abrazará vuestros corazones.


Las flores quieren ser cuidadas por manos esclarecidas; la inteligencia es necesaria para su prosperidad; durante mucho tiempo os habéis equivocado en la Tierra al dejar ese cuidado en manos inhábiles que las mutilaban, creyendo embellecerlas. Nada es más triste que los árboles redondos o puntiagudos de algunos de vuestros jardines: pirámides de verdor que hacen el efecto de un montón de heno. Dejad a la naturaleza que se desarrolle bajo mil formas diversas: ahí está la gracia. ¡Feliz de aquel que sabe admirar la belleza de un tallo que se balancea sembrando su polen fecundante! ¡Feliz de aquel que ve en sus tonalidades brillantes un infinito de gracia, de delicadeza, de colorido, de matices que se esquivan y se buscan, que se pierden y se reencuentran! ¡Feliz de aquel que sabe comprender la belleza de la gradación de tonos, desde la raíz marrón que se confunde con la tierra –como los colores que se funden–, hasta el rojo escarlata del tulipán y de la amapola! (¿Por qué esos nombres rudos y raros?) Estudiad todo esto y observad a las hojas que salen unas de las otras como generaciones infinitas, hasta su completo florecimiento bajo la cúpula del cielo.


¿No parece que las flores dejan la Tierra para lanzarse hacia otros mundos? ¿No parece, a menudo, que bajan la cabeza de dolor al no poder elevarse más alto todavía? En su belleza, ¿no las creemos más cerca de Dios? Entonces imitadlas, y volveos siempre cada vez mayores, cada vez más bellos.


Vuestra manera de aprender Botánica también es defectuosa; no está todo en saber el nombre de cada planta. Cuando tengas tiempo te sugiero que trabajes también en una obra de este género. Por lo tanto, aplazaré para más adelante las lecciones que quería darte en estos días; serán más útiles cuando tengamos en manos su aplicación. En su momento hablaremos del género de cultivo, de los lugares que les convienen, de las condiciones del edificio para la ventilación y salubridad de las viviendas.


Si fueres a publicar esto, suprime los últimos párrafos: los tomarían como anuncios.