Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

Volver al menú
Aunque las manifestaciones espíritas hayan tenido lugar en todas las épocas, es indiscutible que hoy se producen de una manera excepcional. Interrogados sobre este hecho, los Espíritus han sido unánimes en sus respuestas: «Los tiempos marcados por la Providencia para una manifestación universal han llegado –nos dicen. Ellos son los encargados de disipar las tinieblas de la ignorancia y de los prejuicios; es una nueva era que comienza y que prepara la regeneración de la Humanidad.» Este pensamiento se encuentra desarrollado de una manera notable en una carta que hemos recibido de uno de nuestros suscriptores y de la cual hemos extraído el siguiente pasaje:

«Cada cosa viene a su tiempo; el período que acaba de transcurrir parece haber sido especialmente destinado por el Todopoderoso al progreso de las Ciencias matemáticas y físicas, y probablemente ha sido teniendo en vista disponer a los hombres a los conocimientos exactos que se habría opuesto durante largo tiempo a las manifestaciones de los Espíritus, como si estas manifestaciones pudiesen perjudicar al positivismo que exige el estudio de las Ciencias; en una palabra, ha querido habituar al hombre a pedir a las Ciencias de observación la explicación de todos los fenómenos que debían producirse ante sus ojos.

«El período científico parece hoy llegar a su término y, después de los inmensos progresos que ha visto cumplirse, no sería imposible que el nuevo período que debe sucederle fuese consagrado por el Creador a las iniciaciones del orden psicológico. En la inmutable ley de perfectibilidad que ha establecido para los humanos, ¿qué puede Él hacer después de haberlos iniciado en las leyes físicas del movimiento y haberles revelado los motores con los cuales cambian la faz del globo? El hombre ha sondado las profundidades más lejanas del espacio; la marcha de los astros y el movimiento general del Universo no guardan más secretos para él; lee en las capas geológicas la historia de la formación del globo; a su voluntad, la luz se transforma en imágenes duraderas; domina el rayo; con el vapor y la electricidad suprime las distancias, y el pensamiento atraviesa el espacio con la rapidez del relámpago. Llegado a este punto culminante en que la Historia de la Humanidad no ofrece ningún ejemplo, cualquiera que haya podido ser el grado de su adelanto en los siglos pasados, me parece racional pensar que el orden psicológico le abre una nueva carrera en la senda del progreso. Al menos es lo que se podría deducir de los hechos que se producen en nuestros días y que se repiten en todas partes. Por lo tanto, esperemos que el momento se aproxime –si es que aún no ha llegado–, en el cual el Todopoderoso ha de iniciarnos en nuevas, grandes y sublimes verdades. Cabe a nosotros comprenderlo y secundarlo en la obra de la regeneración.»

Esta carta es del Sr. Georges, del cual hemos hablado en nuestro primer número. No podemos sino felicitarlo por sus progresos en la Doctrina; la visión elevada que él desarrolla muestra que la comprende bajo su verdadero punto de vista; para él no se resume en la creencia en los Espíritus y en sus manifestaciones: es toda una filosofía. Nosotros admitimos, como él, que entramos en el período psicológico, y las razones que nos da son perfectamente racionales, sin creer, no obstante, que el período científico haya dicho su última palabra; al contrario, creemos que nos reserva muchos otros prodigios. Estamos en una época de transición, donde los caracteres de ambos períodos se confunden.

Los conocimientos que los Antiguos poseían sobre las manifestaciones de los Espíritus, de ninguna manera serían un argumento contra la idea del período psicológico que se prepara. En efecto, notemos que en la Antigüedad esos conocimientos estaban circunscriptos a un círculo estrecho de hombres de élite; al respecto, el pueblo sólo tenía ideas falseadas por los prejuicios y desfiguradas por el charlatanismo de los sacerdotes, que se servían de las mismas como un medio de dominación. Como lo hemos dicho en otra parte, esos conocimientos nunca se han perdido y las manifestaciones siempre se han producido; pero ellos han permanecido en el estado de hechos aislados, porque indudablemente el tiempo para comprenderlos no había llegado. Lo que hoy sucede tiene un carácter totalmente diferente: las manifestaciones son generales; sacuden a la sociedad desde lo más bajo hasta lo más alto. Los Espíritus no enseñan más en los recintos misteriosos de los templos inaccesibles al vulgo. Esos hechos suceden en plena luz; hablan a todos un lenguaje inteligible por todos; por lo tanto, todo anuncia una nueva fase para la Humanidad desde el punto de vista moral.