El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

Volver al menú
VI

Muy equivocada idea se tendría del espiritismo. si se creyera que toma su fuerza en la práctica de las manifestaciones materiales, y que dificultando éstas, puede minársele por su base. Su fuerza reside en su filosofía, en el llamamiento que hace a la razón, al sentido común. En la antigüedad era objeto de estudios misteriosos, cuidadosamente ocultos al vulgo; hoy no tiene secretos para nadie; habla un lenguaje claro, sin ambigüedad; en él nada hay místico, nada alegórico susceptible de falsas interpretaciones. Quiere ser comprendido de todos, porque ha llegado la época de hacer comprender a los hombres la verdad; lejos de oponerse a la difusión de la luz, la quiere para todos; no exige una creencia ciega, sino que quiere que se sepa por qué se cree, y apoyándose en la razón, será siempre más fuerte que los que se apoyan en la nada. Las trabas que se intentara poner a la libertad de las manifestaciones, ¿podrían impedirías? No, porque producirían el efecto de todas las persecuciones, el de excitar la curiosidad y el deseo de conocer lo prohibido. Por otra parte, si las manifestaciones espiritistas fuesen privilegio de un solo hombre, no cabe duda que, deshaciéndose de éste, se pondría fin a las manifestaciones. Desgraciadamente para los adversarios están a disposición de todo el mundo, y todos usan de ellas, desde el más pequeño hasta el más grande. Puede prohibirse su ejercicio público; pero cabalmente se sabe que no es en público como mejor se producen, sino en la intimidad. Pudiendo, pues, ser cada cual médium, ¿quién puede impedir a una familia que en el interior de su hogar, a un individuo que en el silencio de su gabinete, a un prisionero que en su calabozo, tenqa comunicaciones con los espíritus, a pesar y aun a la faz de los esbirros? Si se prohiben en un país, ¿se las prohibirá en el país vecino, en el mundo entero, ya que no hay una sola comarca en ambos mundos que carezca de médiums? Para encarcelarlos a todos sería preciso encarcelar a la mitad del género humano. Y si lo loq, rase, lo que no sería fácil, quemar todos los libros espiritistas, al día siguiente serian reproducidos, porque el origen es inaccesible. y porque no se puede ni encarcelar, ni quemar a los espíritus que son los verdaderos autores de aquéllos.

El espiritismo no es obra de un hombre, ninguno puede llamarse su fundador porque es tan antiguo como la creación. En todas partes se encuentra, en todas las religiones, y más que en ninguna en la católica y con más autoridad que en todas las otras, porque en ella se encuentran los principios de todo; los espíritus de todos los grados, sus relaciones ocultas y manifiestas con los hombres, los ángeles guardianes, la reencarnación, la emancipación del alma durante la vida, la doble vista, las visiones, las manifestaciones de toda clase, las apariciones, y hasta las apariciones tangibles. En cuanto a los demonios, no son más que malos espíritus y, salva la creencia de que los primeros están eternamente condenados al mal, al paso que el camino del progreso se halla cerrado a los otros, y no hay entre ellos sino una diferencia de nombre.

¿Qué hace la nueva ciencia espiritista? Reúne en un cuerpo lo que estaba esparcido; explica. en términos propios lo que sólo estaba en alegóricos; rechaza lo que la superstición y la ignorancia han engendrado, para no dejar más que lo real y positivo. Esta es su misión; pero la de fundadora no le pertenece. Enseña lo que es, coordina, pero nada crea, porque sus bases hanexistido en todos los tiempos y lugares. ¿Quién se juzgará, pues, bastante fuerte para ahogaría bajo el peso de los sarcasmos, ni aun de las persecuciones? Si de un lugar se la proscribe, renacerá en otros, en el mismo de donde se la ha expulsado, porque está en la naturaleza, y no es dado al hombre anonadar una fuerza natural, ni interponer su veto a los decretos de Dios.

Por otra parte, ¿qué interés se tendría en dificultar la propagación de las ideas espiritistas? Cierto que ellas se levantan contra los abusos que nacen del orgullo y del egoísmo, pero esos abusos de que se aprovechan algunos, perjudican a la comunidad y el espiritismo, en consecuencia, tendrá en favor suyo a la comunidad, y por adversarios serios nada más que a los que están interesados en la conservación de los abusos. Por el contrario, haciendo la influencia de esas ideas que los hombres sean mejores unos para con otros, que no vivan tan ávidos de los intereses materiales, y que se resignen más a los decretos de la Providencia, son una garantía de orden y de tranquilidad.