El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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PENA DE MUERTE

760. ¿La pena de muerte desaparecerá algún día de la legislación humana?


«La pena de muerte desaparecerá incuestionablemente, y su supresión marcará un verdadero progreso en la humanidad. Cuando los hombres estén más ilustrados, la pena de muerte será completamente abolida en la tierra, y los hombres no tendrán necesidad de ser juzgados por los hombres. Hablo de un tiempo que aún está bastante lejano de vosotros».

El progreso social deja sin duda mucho que desear aún; pero seria uno inlusto respecto de la sociedad moderna, si no viese un progreso de las restricciones puestas a la pena de muerte en los pueblos más adelantados, y en la naturaleza de los crimenes a los cuales se limita su aplicación. Si se comparan las garantías de que en esos mismos pueblos, se esfuerza la justicia en rodear al acusado, la humanidad con que le trata, aun cuando le considera culpable, con lo que se practicaba en tiempos que todavia no están muy lelos, no puede desconocerse el camino progresivo porque marcha la humanidad.

761. ¿La ley de conservación da al hombre derecho de preservar su propia vida, y no usa de él cuando quita de la sociedad un miembro peligroso?

«Hay otros medios de preservarse del peligro sin matarle. Es preciso, además abrir al criminal la puerta del arrepentimiento, y no cerrársela».
762. Si la pena de muerte puede ser desterrada de las sociedades civilizadas, ¿no ha sido necesaria en tiempos menos adelantados?

«Necesaria no es la palabra. El hombre cree siempre necesaria una cosa, cuando no encuentra nada mejor. A medida que se ilustra, comprende mejor lo justo y lo injusto y repudia los excesos cometidos a nombre de la justicia en épocas de ignorancia».

763. La restricción de casos en que se aplica la pena de muerte, ¿es un indicio de progreso en la civilización?

«¿Puedes dudarlo? ¿No se subleva tu espíritu, leyendo el relato de las carnicerías humanas, realizadas en otros tiempos a nombre de la justicia, y con frecuencia en honor de la divinidad, de los tormentos que se imponían al condenado, y hasta al acusado pará arrancarle, con el exceso de sufrimientos, la confesión de un crimen que a menudo no había cometido? Pues bien, si tú hubieses vivido en aquellos tiempos, todo eso lo hubieses encontrado muy natural, y quizá como juez hubieras hecho lo mismo. Así es como lo que parecía justo en un tiempo, parece bárbaro en otro. Sólo las leyes divinas son eternas, las humanas cambian con el progreso. y cambiarán aún hastai que estén armonizadas con las divinas».

764. Jesús lo dijo: El que matase con espada morirá por espada. ¿No son estas palabras la consagración de la pena del talión, y la muerte impuesta al asesino no es la aplicación de aquella pena?

«Andad con cuidado; porque os habéis equivocado acerca de estas palabras como acerca de otras muchas. La pena del talión es la justicia de Dios, y él es quien la aplica. Todos vosotros la sufrís a cada instante; porque sois castigados por donde habéis pecado en esta o en otra vida. El que ha hecho sufrir a sus semejantes, se encontrará en posición en que sufrirá lo mismo que ha hecho sufrir. Tal es el sentido de las palabras de Jesús; pero también os dijo: Perdonad a vuestros enemigos y os enseño a pedir a Dios que os perdone vuestras ofensas como vosotros las habréis perdonado, es decir en la misma proporción en que hayáis perdonado. Entended bien esto».

765. ¿Qué ha de pensarse de la pena de muerte impuesta a nombre de Dios?

«Eso es hacer las veces de Dios respecto de la justicia. Los que así obran demuestran cuán lejos están de comprender a Dios, y que han de expiar aún muchas cosas. La pena de muerte, aplicada a nombre de Dios, es un crimen, y a los que la imponen se les imputarán las veces que lo hagan, como otros tantos asesinatos».